Ya podéis llamar
a la noche.
Que acuda hambrienta
y con todos los vientos, envuelta de lágrimas y horrores, que traiga cuchillos
y apague las hogueras, que libere los gritos, que no cese en su lluvia un
instante, que ciegue mis golpes y no deje un poro sin su herida. No quiero
treguas con ella. Quiero la plenitud de su furia contra mi pecho. No voy a
darle descanso. Espero sus ojos en blanco insaciables de sangre en mi estómago.
No voy a entregarme ni a rendirme. No va a vencer a mi noche.
Seré otro cuando
amanezca, quizás otro, quizás yo.
Escucho: MAX
RICHTER – Sarajevo.
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